Macrobiótica y sentido común

arrozintegral

El origen de la palabra macrobiótica significa, literalmente, “gran vida”. Y la intención detrás de esta palabra griega es una vida espléndida que nos permita desarrollarnos en todos los aspectos: biológico, mental, emocional y espiritual.

Hipócrates, el padre de la medicina tradicional, decía: “somos lo que comemos”; Michio Kushi, gran divulgador de la macrobiótica en Occidente, decía: “somos un fantasma que absorbe el medio ambiente. Somos lo que comemos porque lo que comemos crea nuestra sangre que da vida a las células, a los órganos, al sistema nervioso, al pensamientos, de manera que sin alimentación la vida no es posible”.

Yo tengo la sensación de que la Macrobiótica es inherente al ser humano sobre la tierra, que es el alimento que permite a la especie humana adaptarse a la cadena ecológica de la vida, que nuestros antepasados, cuando vivían inmersos en la naturaleza, tuvieron una comprensión grande de la vida a la que podríamos llamar MACROBIOTICA.

Sin embargo la palabra “Macrobiótica” fue utilizada por un profesor de medicina alemán, médico personal de Goethe, llamado Cristoph Von Hufeland que escribió el libro: “Macrobiótica el arte de prolongar la vida”. Más tarde, en el siglo XIX, Sagen Ishizuka se curó, a través de la práctica macrobiótica, de una enfermedad terminal que la medicina alopática no pudo curar.

Yukikazu Sakurazawa (conocido como George Oshawa), discípulo de Ishizuka, padeció de tuberculosis, una enfermedad mortal que había acabado con gran parte de su familia, se curó siguiendo los principios de la macrobiótica. Sakurazawa introdujo en Occidente la Macrobiótica, y sus discípulos han venido desarrollando una labor de difusión a nivel global, ayudando de este modo a miles de personas a recuperar la salud y a reconectarse con la vida. Entre sus discípulos se encontraban Michio Kushi, Aveline Kushi, Herman y Cornelia Aihara, Tomio y Bernadette Kikuchi, Shizuko Yamamoto, Clim Yoshimi, René Lévy, Madame Rivière y Vicente Ser, que fue el introductor de la macrobiótica en España y mi mentor.

La forma de comer macrobiótica está basada en la comprensión de nuestro desarrollo biológico, social y espiritual. Abarca no sólo lo que comemos sino el medio ambiente en el que vivimos, el aire, el agua, las relaciones sociales, la familia, el arte, la casa y su influencia, en la conexión del hombre con el orden de la naturaleza. Es decir, la nutrición, pues nutrirse no tiene nada que ver con lo científico. Estas aplicaciones dietéticas nos proveen un sistema flexible basado en la observación y aplicación a las leyes de la naturaleza.  Es un sistema dinámico que considera al ser humano como único según la edad, el sexo, la actividad, la ciudad donde vive y otras consideraciones más.

La selección de la comida se hace con cuidado y amor. La Macrobiótica te invita a la comida casera, usando ingredientes frescos y locales, a la comida regional y a comer, básicamente, productos vegetales. En esta elección nos hacemos responsables de nuestras elecciones, es decir, creamos conciencia contemplando la cualidad energética de cada alimento y el impacto que tiene en el cuerpo, con su correspondiente consecuencia. En la Macrobiótica hay dos enfoques en la dieta: 1) es la comida de todos los días, y 2) la Macrobiótica terapéutica.

La dieta Macrobiótica, para todos los días, nos ofrece una gran variedad, en cuanto que la dieta Macrobiótica terapéutica es usada por un limitado periodo de tiempo y se ajusta a unos alimentos específicos.

La Macrobiótica como sistema alimenticio y nutritivo  tiene la finalidad de potenciar nuestra capacidad biológica para un óptimo funcionamiento. Y podríamos diferenciar, entonces, una alimentación medicinal básica, que yo llamo la dieta-refugio, cuando hemos perdido la salud, cuando deseamos potenciarla o cuando pasamos por un periodo en el que necesitamos un recogimiento, profundizar,  concentrar o focalizar.

Y la Macrobiótica de todos los días, expresada  en una comida balanceada, colorista, nutritiva y rica. Si estamos en invierno o en verano los estilos de cocción y los ingredientes los adaptamos  a la estación correspondiente. Existen algunas recetas que aunque generan más calor, es útil tomarlas en cualquier estación para mantenernos alcalinos y energéticos.

Según Herman Aihara, la comida dentro de una totalidad es sólo el 5% de nuestra salud, pero es el 5% más importante.

En la nutrición inteligente, con el conocimiento de las necesidades básicas del cuerpo humano, los cereales integrales en grano entero desempeñan un papel protagonista, avena, cebada, trigo sarraceno, mijo, quinoa, y arroz entre otros.

Arroz integral,  es el arroz al que se le ha quitado la cáscara protectora externa no comestible. Esta operación llamada descortezado, da lugar a un grano moreno, brillante, que en su capa externa denominada noble se encuentran los elementos nutritivos más valiosos; proteínas, grasas, vitaminas, encimas y fibra, podríamos decir, pues, que el arroz integral está vivo.

El arroz integral contiene los doce aminoácidos llamados esenciales, porque son indispensables para la construcción y reparación celular, y no los produce el organismo por sí mismo. Así como las vitaminas E, B1, B6 y la provitamina A. Pero quizá lo más destacable del arroz es su increíble equilibrio entre Sodio-Potasio que es análogo al equilibrio Sodio-Potasio de la sangre.

El arroz integral genera centro, dirección e integridad, es la fuente de mayor carga electromagnética, generándonos así más inspiración, capacidad mental y de trabajo, más concentración y resistencia, por ello el arroz no es sólo un alimento primordial sino, también, un alimento sanador “pues no es ardiente”. Ideal para personas convalecientes, de edad avanzada, con vida sedentaria, deportistas y enfermos, pues aporta el máximo de energía y exige un mínimo esfuerzo a nuestros órganos de asimilación.

Los cereales integrales, en general, desempeñaron un papel fundamental en la historia de la humanidad y fueron el alimento básico en todas las civilizaciones en su evolución hacia el máximo esplendor: así en la antigua Roma la cebada, en la China imperial el arroz, en Egipto el trigo, en los imperios Mayas y Aztecas el maíz.

Podemos hacer el arroz integral de diferentes maneras:

Receta de arroz integral
Energéticamente esta receta genera conexión, unidad, respeto y tolerancia.

Utensilios:
— Olla exprés
— Placa difusora

Ingredientes:
Un vaso de arroz de 250 gr

— Tres vasos de 250 ml de agua
— Una pizca de sal

Elaboración:
Lavar el arroz.

Colocar el arroz y el agua en la olla exprés
Cocinar el arroz sin tapa, a llama baja durante diez minuto.
Añadir la sal.
Tapar la olla con su válvula y cocinar a fuego alto durante cinco minutos.
Colocar una placa difusora y reducir la llama a fuego baja, cocer durante cuarenta minutos.
Colocar la olla sobre un paño grueso seco.
Dejar que pierda de forma natural la presión.
Quitar la válvula y esperar 4 o 5 minutos para que se desprenda de forma natural el arroz de la olla.
Colocarlo en un recipiente de madera, bambú, cristal, o cualquier otra fibra orgánica.
Se puede servir el arroz con gomasio

Nota: para equilibrar el arroz usamos un condimento alcalinizante como el gomasio.

Gomasio:
De origen japonés, etimológicamente goma (sésamo) shio (sal).

Es un condimento compuesto por sésamo tostado y sal marina.

La proporción de sal y sésamo varía según la necesidad de 8:1 o 20:1. La semillas de sésamo nos aportan grasas, proteínas y minerales,  y la sal nos aporta minerales y oligoelementos. Esta mezcla favorece la secreción de los jugos digestivos, estimula el metabolismo, fortifica el sistema nervioso, es ligeramente diurético, regenera el intestino, tonifica y permite agregar sal a los alimentos sin provocar sed.

Entre los nutrientes más importantes del gomasio están Omega 6, lecitina, vitamina E, K, ácido fólico, biotina, inocitol, colina y calcio.

Pero quizá la propiedad más destacable sea su capacidad de alcalinizar la sangre. Pues el aceite contenido en las semillas de sésamo envuelve a los diminutos granos de sal, los cuales de esta forma, pueden pasar la pared intestinal y lograr la alcalinización del flujo sanguíneo, de forma más o menos rápida, neutralizando su acides y fortaleciendo el organismo.

Utensilios:
— Suribachi (cuenco estriado de cerámica para moler semillas).

— Suricoi (mazo de madera para moler las semillas).
— Olla de acero inoxidable de dos asas y media altura

Ingredientes:
— 20 cucharadas de sésamo y 1 cucharada de sal

Preparación:
Lavar bien las semillas y dejar secar sobre un cedazo o colador.

En una olla media-alta con dos asas tostar el gomasio a fuego medio-alto, removiendo de arriba abajo constantemente hasta que las semillas adquieran un color dorado, teniendo cuidado de no dejar demasiado.
Para saber si las semillas están listas, triturar con las yemas de los dedos unas cuantas, y si se hacen harina están en su punto. Pasar inmediatamente las semillas a un suribachi, aprovechar el calor de la olla para tostar la sal.
Moler las semillas junto con la sal en el suribachi moviendo suavemente en forma de espiral hasta que se hayan roto o triturado la mitad de las semillas.
El gomasio se puede hacer para una semana y se utiliza sobre el arroz o sobre los vegetales.

Ensaladilla de arroz para el verano:
Receta nutritiva y refrescante.

Ingredientes:
250 gr de arroz cocido

— Un puñado de alcaparras
— 1 zanahoria rallada
— Media cebolla cortada a cuadritos pequeños, macerada en sal y aceite.
— Un manojo de judías cortadas a cuadritos pequeños escaldadas.
— Un manojo de perejil.
— 50 gr de tofu ahumado.
— Aceite de oliva.
— Vinagre de arroz.
— Sal.

Elaboración:
Mezclar el arroz con las verduras en un recipiente de cristal o cerámica.

Cortar el tofu en dados pequeños.
Preparar una vinagreta con el aceite, vinagre de arroz, sal y agua.
Añadir a la ensaladilla.

Sopa de Miso:
La sopa de miso nos recuerda a la sopa madre marina de la que venimos todos. El miso es considerado un regalo de los dioses por sus múltiples beneficios: coloniza los intestinos de micro bacterias que repueblan la flora intestinal fortaleciendo el sistema inmunológico.

Contiene ácido linolénico, lecitina, que ayuda a disolver el colesterol adherido a las paredes sanguíneas. Por lo tanto el miso favorece la prevención de la presión arterial alta y de la acumulación de lípidos en el plasma, de accidentes cerebro-vasculares y a mantener la elasticidad de los vasos sanguíneos. El miso se fermenta con el koji que promueve la reducción de la oxidación del organismo con su aporte de B12.

Tomar regularmente sopa de miso contribuye a reducir la fatiga mental, tiene un efecto anti envejecimiento, previene el cáncer, especialmente el de mama, favorece la eliminación de las sustancias nocivas del tabaco, protege la garganta, y quizás uno de los beneficios más importantes, considerando el momento que vivimos es favorecer la descarga de sustancias radiactivas del cuerpo, además ayuda a la eliminación de células cancerígenas, causadas por la radioactividad.

Aunque tengamos temperaturas altas en agosto, tomar un par de sopas de miso a la semana nos va ayudar a mantenernos activos y a preparar el cuerpo para el frío venidero del otoño.

Sugiero tomar la sopa de miso en verano servida con una rodaja de limón y algunas setas crudas o germinados de soja.

Comprobar que compramos un miso ecológico, no pasteurizado de buena calidad. Esta sopa de miso de verano la vamos a realizar con verduras de temporada que nos ayuden a adaptarnos al verano.

Utensilios:
Olla pequeña de acero inoxidable

Ingredientes:
Media cebolla cortada en cubos pequeños

— Calabacines o judías de temporada
Cinco cm de alga wakame remojada y cortada en trozos pequeños.

— Un litro y cuarto de agua (más o menos cinco tazas de agua)
— Media cucharadita de mugi miso por taza de caldo
— Una cucharada de cebollino o rabo de ajos tiernos cortados finamente y reservar para el final.

Elaboración:
Colocar las verduras cortadas en la olla.

Agregar el agua, una pizca de sal, hervir y tapar.
Reducir el fuego a medio-bajo, hasta que las zanahoria estén blandas.
Reducir la llama al mínimo, sacar un poco de caldo, diluir el miso en el caldo y verter de nuevo sobre la sopa, cocer 3 minutos más.
Es muy importante que el miso no hierva, pero es igualmente importante que el miso no esté crudo, quizá lo más relevante en la sopa de miso es el “Ki”, la sopa de miso debe estar caliente cuando la comemos.
Muchas personas hierven agua o un caldo, apagan el fuego y añaden el miso, de esta forma el miso no ha sido cocinado y generará trabajo extra al hígado y el riñón, por lo tanto no es adecuado.
Una vez esté hecha la sopa de miso, servirla con una rodaja de limón, germinados o champiñón crudo.