Pautas alimentarias para equilibrarnos en el s. XXI

calabaza y cereales alimentos de la macrobiótica contemporánea

Qué hemos de tener en cuenta para adaptar la practica macrobiótica

El buen discernimiento de la macrobiótica se basa en la comprensión de un pulso que no es ajeno a ningún fenómeno existente. Nada escapa a este pulso, es posible que para algunas personas sea un estudio intelectual estructurado o para otras una observación energética experimentada, o incluso para otras personas es una realidad metafísica y abstracta, pero lo cierto es, que este pulso refleja una unidad indivisible y según el momento de la evolución en el que nos encontremos lo percibiremos en uno u otro aspecto. Para entender este pulso no podemos separar lo visible de lo invisible, todo es espiritual, es decir todo tiene su propio espíritu, la materia es una forma compacta del espíritu, en macrobiótica la llamamos (YANG), y el espíritu es una forma dispersa (YIN) de la materia.

Según Michio Kushi, sabio del siglo pasado, divulgador de la macrobiótica contemporánea, “El mundo material de los objetos y nuestros propios cuerpos, aparecen como una forma de sustancia, porque los átomos que los componen se mueven a una enorme velocidad en relación a la limitada capacidad captativa de nuestros sentidos”.

Exactamente lo mismo que pasa con las hélices separadas de un ventilador a alta velocidad de rotación, que nos da la sensación de ver un círculo continuo, los átomos vibrando en el espacio forman un mundo sólido de materia, en realidad lo que hace parecer tan estable a la materia es su permanente energía vibratoria.

Vivimos en dos dimensiones, tiempo y espacio, todos los seres sintientes de esta creación vivimos regidos por estas dos dimensiones, cuando nos dirigimos a la expansión total de la materia y perdemos las formas dejamos de vibrar en la dimensión del tiempo, pero en el mundo de los fenómenos y las formas, tiempo y espacio son una constante.

En el tiempo donde el hombre hizo una observación inherente del universo que le rodeaba, para describir la naturaleza de los fenómenos mente y materia y la interacción de la una en la otra, sintiéndose uno con la naturaleza, (tenemos escritos que datan de 5000 años a. C., pero seguramente serían mucho más antiguos). El ser, observante y observado vivía inmerso en la dimensión del espacio, el tiempo regido por los ritmos y ciclos solares era armonioso y orgánico, es decir, todo vibraba en una misma frecuencia.

El efecto de la industrialización en la macrobiótica contemporánea

Con el paso de los años, la entrada de la industrialización fue cambiando poco a poco y los seres nos hemos ido sumiendo en la dimensión del tiempo (yang) pero incluso hasta finales del s. XIX cuando George Oshawa, padre de la macrobiótica, nacido en la época de las conmociones sociales causadas por la restauración Meiji (Japón), en la que todo un modo de vida ancestral se volcó repentinamente hacia la modernidad, las personas seguían viviendo en la dimensión del espacio (Yin).

Por esta razón la aplicación de una alimentación macrobiótica restrictiva y muy Yang, sirvió de equilibrio y medicina para sanar enfermedades de origen muy expansivo, como fueron la tuberculosis, la disentería, el beriberi, tosferina, el cólera y las gripes además de otras. Todas estas enfermedades surgieron con la entrada masiva del consumo de azúcar, cereales refinados, harinas blancas, monocultivos de patatas, bebidas azucaradas entre otras.

Para adecuar nuestros hábitos alimenticios desde el punto de vista de una comprensión amplia y sabia de la macrobiótica contemporánea, que no tiene otra esencia más que la sabiduría para adaptarnos a todos los fenómenos cambiantes entre el cielo y la tierra, deberíamos como lo primero observar cual es la realidad en el planeta, teniendo y repitiéndonos el axioma “todo es existencia espiritual la materia su condensación yang, el espíritu la forma dispersa de la materia”.

La resonancia Schumann

Todo tiene un pulso, cotidianamente escuchamos que en estos momentos el tiempo vuela, ¡esto no es apenas una ilusión!.

Según evidencias científicas, extraídas del blog https://despiertadematrix.wordpress.com

“Cada día que pasa, tenemos la impresión de que el tiempo pasa demasiado rápido. Ayer fue Navidad, pasó Carnaval, vacaciones y otra vez muy cerca la Navidad. ¿Este sentimiento es ilusorio o tiene una base real?. La resonancia Schumann trata de explicarlo. Esta sensación la percibimos a causa de la relación de nuestras células con el pulso de la Tierra (conocida como la resonancia de Schumann), que viene acelerándose cada vez más”.

El por qué de este fenómeno es consecuente de la inversión de los polos magnéticos. Nuestro planeta alterna la polaridad cuando termina un ciclo completo. Según investigaciones de científicos en 4,5 millones de año la Tierra ha sufrido unas quince veces inversiones de sus polos magnéticos. Estos cálculos han sido llevados a cabo gracias a la investigación de las capas geológicas.

El físico alemán W.O. Schumann constató en 1952 que la Tierra está rodeada de un campo electromagnético poderoso que se forma entre el suelo y la parte inferior de la ionosfera situada a unos 100 Km. por encima de nosotros. Este posee una resonancia (de ahí el nombre de resonancia “Schumann”) más o menos constante, del orden de 7.83 pulsaciones por segundo. Funciona como si fuera un marcapasos, responsable del equilibrio de la biosfera, condición común de todas las formas de vida. También se ha comprobado que todos los vertebrados y nuestro cerebro están dotados de esa misma frecuencia de 7.83 hertzios. Empíricamente se ha constatado que no podemos ser saludables fuera de esa frecuencia biológica natural. Siempre que los astronautas, en razón de los viajes espaciales, quedaban fuera de la resonancia Schumann, se enfermaban. Pero sometidos a la acción de un “simulador Schumann”, recuperaban el equilibrio y la salud.

Por miles de años el palpitar del corazón de la Tierra ha tenido esta frecuencia de pulsaciones y la vida se ha desarrollado en un relativo equilibrio ecológico. Sucede, sin embargo, que a partir de los años 80, y de forma más acentuada a partir de los años 90*, la frecuencia se elevó de 7.83 a 11 y a 13 hertzios. El corazón de la Tierra se disparó y de manera coincidente se hicieron sentir desequilibrios ecológicos (perturbaciones climáticas, mayor actividad de los volcanes, crecimiento de tensiones y conflictos en el mundo y un aumento general de comportamientos desviantes en las personas). Debido a la aceleración general, la jornada de 24 horas es en realidad, solamente de 16 horas. Por lo tanto, la percepción de que todo está pasando demasiado rápido no es ilusoria, tendría una base real en este trastorno de la resonancia Schumann.

Gaia un super organismo vivo

Gaia, ese super organismo vivo que es nuestra Madre Tierra, debe de estar buscando formas de recuperar su equilibrio natural. Y lo conseguirá, pero no sabemos a qué precio, precio que será pagado por la biosfera y por los seres humanos. Aquí se abre un espacio para que ciertos grupos esotéricos y otros futuristas proyecten escenarios, ya dramáticos, con catástrofes terribles, ya esperanzadoras, como la irrupción de la cuarta dimensión mediante la cuál todos seremos más intuitivos, más espirituales y más sintonizados con el biorritmo de la Tierra.

No pretendo reforzar este tipo de interpretación. Solamente enfatizo la tesis recurrente entre grandes cosmólogos y biólogos, de que la Tierra es, efectivamente, un super organismo vivo.

Que la Tierra y Humanidad formamos una única entidad, como los astronautas declaran desde sus naves espaciales. Nosotros, los seres humanos, somos la Tierra que siente, piensa, ama y venera. Y por serlo, poseemos la misma naturaleza bioeléctrica y estamos envueltos por las mismas ondas resonantes Schumann. Si queremos que la Tierra reencuentre su equilibrio debemos comenzar por nosotros mismos: hacer todo sin estrés, con más serenidad, con más amor, que es energía esencialmente armonizadora.”

(*) la era de las nuevas tecnologías, la masificación de la tecnología.

bol de soba en la macrobiótica contemporánea

La alimentación en la práctica macrobiótica contemporánea

Si todo en el planeta se está tornando yang, contractivo, acelerado, rápido, ritmos más cortos, un pulso cardiaco como un marcapasos pasado de rosca, nuestro estilo de vida que incluye como lo primario nuestra comida, debería ir hacia el equilibrio, un poco más yin.

O lo que es lo mismo relajado, pausado, ecológico, más herbal, frugal, vegano, dulce (que no azucarado).

De manera que para adaptarnos y equilibrarnos a través de la macrobiótica contemporánea en los tiempos que corren, no deberíamos hacerlo de forma arbitraria ni subjetiva, tampoco de forma dogmática y religiosa, inspirados en cómo lo hicieron en su momento los grandes sabios del pasado siguiendo su intuición y clara observación de los fenómenos siempre cambiantes.

Factores que influyen en la práctica y alimentación macrobiótica contemporánea

Los primeros factores a estudiar son:

  • La energía electromagnética
  • El clima  y todos los factores medioambientales
  • La reciente era de la tecnología que es otro factor yang constante.

Para los que piensan que ordenadores y dispositivos electrónicos igual que la radiación y la quimioterapia son yin, la respuesta es NO. Estos son factores de fuego y calor contractivos que igual que el efecto que experimentamos cuando tomamos el sol en exceso, producen una sensación de debilidad y cansancio (yin) como consecuencia, aunque la causa primaria (calor) sea yang.

Es decir, estamos en la era del fuego y la dimensión del tiempo.

Y por supuesto a partir de estas dos generalidades estudiaríamos los aspectos individuales de cada ser. Pero hay factores afines que tendríamos en cuenta, para adaptar la practica macrobiótica, que incluye comida y estilo de vida.

Para adaptar la practica alimentaria de la macrobiótica a los tiempos que corren, es importante evitar el extremo yang y el extremo yin, con una ligera tendencia yin de centro.

  1. Las sopas, fruta, frutos secos, aceites de primera presión, representarían el 10% restante.
  2. Las legumbres y sus derivados, como fuente de vitalidad y fortalecimiento deberían representar también un 30% del volumen del plato.
  3. Las comidas secas, horneadas, duras, deshidratadas, representan para el organismo dureza y tensión (yang.)
  4. Ser mucho más cuidadosos con el consumo de la sal, entendiendo que siempre que consumamos sal, debe ser sal marina no refinada, no consumir sal cruda.
  5. La carne animal y todos los derivados de los animales son (yang), contractivos, consumen mucha energía tanto al planeta como al organismo. Para comer animales es necesario emplear el sufrimiento, sacrificio y la crueldad.
  6. Las algas son minerales también (yang), por esto en la macrobiótica siempre su uso ha sido moderado. Es importante no suplir la carencia de minerales o una alimentación tóxica por un exceso de algas.
  7. Reducir ligeramente la cantidad de cereal en el plato (arroz, cebada, mijo, trigo sarraceno, quínoa), sobre todo si ya hemos comido durante muchos años y estamos en una edad más (yang). En este punto no podemos generalizar, es verdad que la proporción de cereales integrales en el plato deberíamos reducirla a un 40 o 30 % por su volumen según cada caso, pero no podemos olvidar que el cereal integral en grano es la fuente de energía estable, de integridad, de conexión y la que nos ayuda a mantener la energía electromagnética en equilibrio.
  8. Las plantas, verduras, raíces, hojas y hierbas deberían constituir otro 30% por su volumen en el plato, las plantas nos aportan la frescura, los minerales y parte de los líquidos que necesitamos para hidratarnos, según la edad la constitución, la condición, el lugar del planeta donde vivamos, irían de más cocidas a menos cocidas o crudas, incluyendo, germinados, pickles o prensados, como aceitunas, chucrut y otros.
  9. En la elaboración de sopas y aliños es imprescindible tomar fermentos como el miso y el tamari, agentes de limpieza de radiación así como de regeneración de la microbiota intestinal.
  10. Aunque sólo por el hecho de respirar ya ingresamos desde el medio ambiente 2 litros de agua al día, además de la ingesta de líquidos por medio de las verduras, sopas e infusiones, es importante beber una cantidad adecuada de agua, siguiendo las pautas de Gandy,”beber a sorbos ensalivando bien, y nunca con las comidas”.
  11. Los elementos más dispersadores o relajantes (yin) como las frutas locales y de estación, melazas de cereales, fruta seca y/o bebidas naturales son un complemento a tomar con una frecuencia según la necesidad y condición de cada persona.
  12. Evitar el consumo de frutas venidas de lugares alejados, que hayan requerido de un transporte largo (yang) para llegar al lugar de su venta, y así, como el contenido propio de sustancias que las caracteriza para enfriar y equilibrar a las personas en lugares muy calurosos como son los tropicales.

La macrobiótica está viva, la tierra está viva, hemos de ser capaces de interactuar con el pulso de la vida, de sincronizar nuestro pulso con el pulso del universo, de entender el espíritu, el pulso que hay detrás de cada alimento. Por ello, seguir dogmáticamente una macrobiótica que sirvió para adaptar a los seres cuando vivían con mayor proporción de la dimensión del espacio, en pleno s. XXI, tiempos donde el pulso de la tierra es mucho más rápido, es convertirla en dogma, en una creencia carente de realidad y sentido común. A la vez trivializar y practicar la macrobiótica basándose en conceptos y estructuras analíticas, nos lleva a desconectarnos del orden del universo, para vivir desde el concepto y la razón.

Gorge Oshawa nos legó una máxima “Non credo, experimenta”.

Y este experimenta se refiere a mantenerte alerta, observa, reflexiona, aprende a interpretar y leer el mensaje del cambio que se manifiesta en la naturaleza. No puedo evitar añadir que si queremos hacer una observación objetiva y pura, libre de intereses personales, hemos de meditar, sentir, sentir es diametralmente opuesto a pensar.

Resumiendo, hemos de hacer pequeños ajustes en la dirección de una alimentación, con dirección al centro con una ligera tendencia más yin, que se traduce en más verduras, más fruta, un poco más de líquidos, cocciones menos largas, menos sal, menos algas. Es apenas un ajuste gradual y por supuesto los casos que merecen una doble revisión, es importante que se pongan en manos de consejeros o educadores alimentarios.