Qué significa consumo local

 

verduras de consumo local

“Nunca se puede conseguir bastante de lo que no es necesario» Eric Hoffer

Consumo local, aclaremos el significado

Cuando desde la macrobiótica hacemos hincapié en el consumo de alimentos locales, como una parte nuclear en la practica, apelamos no sólo a la ecología que por supuesto es inherente a un estilo de vida MACRO-biótico, o al respeto por los demás seres que también es inherente a una MACRO-visión de la vida, ahora, entender qué es “consumo local” en cuanto a los alimentos, nos da una perspectiva clara de cuando sí y cuando no, y nos libera de prejuicios y juicios con respecto a la comida.

Para denominar un alimento como local, valoramos la cantidad de agua contenida, pues los productos locales son directamente proporcionales a la cantidad de líquido que contienen, es decir, que todo alimento o sustancia que yo no pueda llevar en la bolsa de viaje más de 24 horas porque se deteriora y descompone, a menos que haya sido tratado con químicos, ceras o conservantes artificiales, no se podría considerar alimento local en el lugar de destino, en tanto que seria local en su lugar de nacimiento y crecimiento.

Comida local, son pues todas las verduras y frutas, raíces, especias y hierbas que son constituidas por agua principalmente y contienen el bioma floral de una determinada región, lo que nos lleva a la perfecta simbiosis en equilibrio entre flora, fauna y condiciones climáticas.

Es decir, lo que nos hace resonar a unos con otros en una determinada localidad geográfica, incluyendo las micro bacterias que viven en nuestras raíces, los “ intestinos”, que son  análogas  a las Micro bacterias que yacen en la tierra, el aire y el agua, el cielo y todo el universo  donde vivimos y por supuesto deberíamos resonar con ella.

La palabra “persona”, viene de resonar, resonar con el aire, agua, tierra, vegetación, sol, luna, (per-sonar) y es justamente este resonar lo que mantiene nuestro sistema inmunológico alto, pues comer la comida (AGUA) local, entre otras cosas fue la manera inteligente que calculó la tierra para ayudarnos a adaptarnos y a comulgar con el entorno. Resonamos con el medio ambiente del que somos fruto y así hacemos un equilibrio dinámico con él.

Alimentos ricos en agua, base del consumo local

Cuando tomamos alimentos ricos en agua de lugares muy distantes del planeta, como plantas, frutas, raíces y especias, nuestra flora intestinal no resuena con las sustancias contenidas en ese vegetal y nuestro sistema inmunológico hace grandes esfuerzos para adaptarse.

Por ejemplo, cuando comemos una piña hawaiana en en el norte de Europa en invierno, como todo está interconectado y no estamos separados de nada ni de nadie, no sólo nuestro sistema inmune hace grandes esfuerzos, también la tierra tiene que hacer enormes esfuerzos para conseguir que esa piña hawaiana se adapte a la larga travesía en su traslado, utilizando recursos naturales extras, además de la transformación de recursos naturales en sintéticos para su transporte y conservación.

De manera que todas las frutas y plantas tropicales pueden ser saludables en su lugar de crecimiento pero muy perjudiciales fuera de su contexto; y no sólo por el impacto medioambiental que dejan sino porque para adaptarse a nuestro bioma interno, demandan muchas sustancias necesarias para su adecuada metabolización y asimilación.

Cuando pensamos, por ejemplo, que la piña tiene bromelina o que la papaya tiene papaína, esto es verdad y es útil cuando es consumida la piña y papaya en su lugar de origen y en su justa medida y como parte de una dieta equilibrada, en una determinada época o región, más no como alimento milagroso.

Aunque la función principal de estas frutas más que los beneficios de sus componentes aislados, es la cualidad expansiva de refrescar, cuando la tomamos fuera de su entorno, cuando deja de ser un alimento local, tendríamos que hacer otra ecuación, ¿que aportan y que me quitan estos alimentos?, ¿por qué el balance no siempre es positivo?.

Cuando se trata de frutas tropicales el exceso de potasio presente en esas frutas y verduras tomadas en otras latitudes roban minerales al organismo, como magnesio y calcio, entre otros, que son robados de los tejidos duros como los huesos o dientes.

Para decidir qué verduras o frutas son más adecuadas, deberíamos tener en cuenta primero qué nos quitan más que cual es su aporte. Concluyendo, comer alimentos de otros ecosistemas muy diferentes puede ser una de las causas del empobrecimiento del sistema inmune de la sociedad actual que tiene un largo etc. de alergias, y enfermedades raras.

“La naturaleza es sabia” y contiene en su sabiduría todo lo necesario para cada especie allí donde vive, es nuestra idea de que la naturaleza es imperfecta lo que nos lleva a interferir con tecnología y ciencia.

agricultor regando con manguera propicia el consumo local

Alimentos con menos contenido en agua

No obstante, los alimentos que tienen menos contenido en agua como cereales en grano, legumbres, algunos frutos secos y algas de mar tomados en el mismo meridiano terrestre, de este a oeste se pueden consumir en un área geográfica más amplia y distante.

Es decir, que podemos transportar garbanzos, lentejas y otras legumbres, arroz, cebada, mijo y otros cereales en un radio mucho más amplio, transportarlos por varios días en una bolsa incluso almacenarlos por meses y al contener muy poca cantidad de agua, en los garbanzos por ejemplo, (100 gramos apenas contiene 7,6 gramos de agua) no se deterioran ni requieren de sustancias químicas para su almacenamiento.

Es por ello que cuando recomendamos la sopa de miso, que es hecha a partir de las habas de soja, hay quien entra en la confusión “pero esto no es un alimento local”, y en realidad hay que tener en cuenta que primero es una legumbre, y segundo la sopa de miso es una preparación a la que habría que añadirle verduras locales para hacerla nuestra.

Concluyendo, los alimentos secos con menos contenido en agua se pueden tomar en áreas geográficas más amplias sin por ello impactar en nuestro organismo inmediatamente alterando la frágil barrera de microorganismos bacterianos intestinales. Aunque aún así sabemos que hay un orden, un conocimiento profundo de la naturaleza que nos proporciona conexión e interconexión.

Por ejemplo, los cereales más expansivos tienen más potasio como es el caso del maíz (10 de potasio* por uno de sodio*) propio del verano, de países tropicales o caribeños o para equilibrar en condiciones muy contractivas, acompañados de algún cereal equilibrado como el arroz y comido con legumbres más grandes como es el caso de México, Colombia y otros lugares centro y sur americanos donde el maíz y los fríjoles rojos grandes fueron y son el plato tradicional.

Y en su opuesto el trigo Sarraceno (4 de potasio por uno de sodio) propio del invierno, de países con frío extremo como las estepas Rusas, Polonia y Ucrania entre otros o para equilibrar condiciones muy expansivas, baja vitalidad o poca vitalidad sexual, como es el caso de la ”grechka”, comida tradicional en Rusia.

El consumo exagerado distorsiona el consumo local

“Una nación que destruye su suelo se destruye así misma, los bosques y plantas son los pulmones de la tierra , purifican el aire y dan fuerza pura a nuestra gente» Franklin D Roosevelt

Cuando nos nutrimos facilitando el consumo local, cuando “nos comemos el paisaje” local, penetramos en nuestro presente en el presente de la naturaleza, recibiendo el aporte de frescura y flexibilidad que nos proporcionan las plantas, agentes naturales de luz, fabricadas por los agentes de la vida en la tierra con la ayuda del sol y el agua, que con su estructura cristalina nutren y despiertan en nuestras células la autoconsciencia y la paz.

Sin embargo, cuando nos rendimos a un consumo bulímico de conceptos analíticos y nos desconectamos drásticamente de la analogía que es el mensaje directo de la planta a nuestra anatomía holográfica, perdemos literalmente las raíces viviendo hipotecados a un futuro donde el epílogo casi siempre es enfermedad y desesperanza, enfermedad personal y planetaria. Ya en otros artículos hice hincapié en este concepto “lo que no es adecuado para el planeta, no es adecuado para ti”.

En la consulta de orientación macrobiótica, cuando asesoro a las personas, donde por supuesto les oriento de forma personalizada, además de recomendarles que eviten determinados alimentos y que incorporen alimentos vivos que tengan la capacidad de germinar, como los cereales en grano que son fruto y semilla a la vez, que al ser constituidos por nutrientes orgánicos imprescindibles, concentran la energía para que tengamos foco y dirección, o las legumbres que al combinarse con los cereales enteros en grano cocidos, nos aportan la confidencialidad que nos empodera, generan calma y son artífices del amor. Sí del amor porque nutren nuestros riñones y cuando los riñones no están desnutridos nos embarga el miedo que es lo opuesto al amor.

En lo que más insisto es en el apartado de verduras locales, bien cocidas, preparadas de diferentes formas, en el consumo local.

Las verduras son agentes de paz, de flexibilidad, de compasión. Si queremos la entronización de la paz en un mundo convulso por la avaricia del poder y la rentabilidad del tiempo, comamos verduras, enseñemos a comer verduras, plantemos vegetales, observemos el proceso paciente y luminoso de las plantas, recomendemos el amor por un huerto, volvamos a la tierra a valorar nuestras verduras locales que viven en el presente.

La naturaleza tiene su propio ritmo cíclico y el ego del humano quiere imponer el ritmo conceptual de sus propios caprichos. Y esto da lugar a que se quiera controlar lo material sin tener en cuenta la parte energética y somática de la propia materia.

La naturaleza vive en el presente, todo lo que diseñamos para agilizar (futuro) o conservar artificialmente, las cosechas (pasado) y modificar (in)naturalmente el proceso de la materia, crea una gran confusión orgánica y social.

Cuando pensamos que con estas acciones se quita el hambre de determinada región introduciendo plantaciones plagadas de químicos con semillas infértiles (transgénicas), en realidad a medio y corto pazo generamos infertilidad en la tierra, hambre y la condición inerte de la materia, “plastificación”, impedimos el desarrollo del consumo local.

chica sembrando verdura para el consumo local

El refinado de cereales

El hombre para conservar los granos de cereales durante algunas décadas los ha refinado.

Veamos detenidamente el caso del arroz. Para que tengamos una idea, en el proceso de descascarillado, se pasa el arroz entre rodillos para obtener el arroz cargo, denominado así porque en ese estado es como cargan los buques.

Luego viene el pulido, mediante el frotamiento entre cilindros verticales donde se descortezan los granos eliminando el pericarpio (envoltura exterior del grano), la capa protéica y el germen (la parte más nutritiva).

Tras estas 2 operaciones el arroz ya es blanco donde pierde el 30% de su peso inicial, el 80% de sus grasas liposolubles, el 60% de sus sales minerales, y prácticamente todas las vitaminas y minerales incluyendo la tan preciada vitamina B1.

Con el refinado de los cereales no sólo estamos profanando a Ceres y a nuestra propia raza, también implícitamente esta el castigo de la desconexión de lo local, de lo que la naturaleza nos ofrece en cada momento, de la avaricia por tener mas y por mas tiempo.

El cereal refinado nos mantiene en el pasado, porque no puede fluir a través de los intestinos, creando atasco, estreñimiento, alergias, problemas cutáneos, descalcificación, diabetes, problemas de carácter nervioso, mentales, y un largo etc.

El mensaje de la naturaleza es claro, cambio, constante cambio, si queremos vivir en armonía hemos de adaptarnos a ese cambio consumiendo lo que amorosamente nos ofrece la tierra en cada cambio, el consumo local.

En septiembre la naturaleza en los lugares de 4 estaciones nos trae un mensaje claro, menos líquidos en las verduras y frutas para adaptarnos a los días un poco mas fríos y ventosos que poco a poco vendrán.