Dentro del marco de la nutrición saludable, los términos «sano», «natural», «saludable», «bio» y otros que tienen que ver con la ética y el respeto a nuestro medio ambiente interno y externo —que al fin y al cabo son lo mismo—, son acuñados muchas veces, de manera muy ligera sin la honesta correspondencia con la realidad.
El mundo se viste de verde, porque estamos llegando a un punto de no retorno, donde es eminente un cambio, y este cambio radica en la reconexión con la naturaleza, con la unidad de lo que somos, la intuición colectiva es acertada, hemos de pensar en verde.
Pero también está la otra parte, los lobbies de la economía no siempre velan por lo esencial. La astucia y perspicacia para hacer dinero son obsoletas en un momento donde ecología y economía son sinónimos, donde economía es atender a la inteligencia somática del cuerpo o del planeta que en conjunto son una unidad.
Desafortunadamente los que siguen en un afán de re-materialización y rentabilidad a cualquier precio de la materia, se suben al carro de los falsos verdes y aquí radica la confusión.
Las organizaciones que fueron baluarte de respeto e integridad con los alimentos locales, justos, limpios y de proximidad, respetuosos con el medio ambiente y con la la biodiversidad, hoy se difuminan en una mezcla de política y oportunismo mediático. La motivación que dio origen a estas asociaciones, hoy se diluye en la imagen y el marketing, los símbolos que los representaban hoy son exhibidos en muchos establecimientos sin el peso y la concordancia consecuente de lo que simbolizaban.
El crecimiento de establecimientos denominados saludables, verdes, sanos
Seguro que no te es ajeno, porque habrás visto recientemente en tu barrio, cómo de repente eclosionaron un montón de establecimientos, panaderías y otros locales, disfrazados de «sanos», panes recubiertos de semillas, harinas blancas mezcladas con salvado que se venden como integrales, con fibra «laxante» tan demandados en tiempos de la gran pandemia del estreñimiento, como consecuencia de haber refinado los cereales —trigo, arroz, cebada y otros— y el exceso de alimentos cárnicos, azucarados y desvitalizados en la dieta moderna.
Estos establecimientos utilizan una apariencia rústica, con mucha madera sin teñir, fibras naturales como paja y esparto, mobiliario retro que emana melancolía y crea una asociación con el pasado donde el pan era amasado a mano y con levadura madre. Pero sólo es esto ¡apariencia! que vende una nutrición saludable.
Esto sin contar con las tiendas especializadas que hoy se confunden con parafarmacias, siendo el foco principal hacerte creer que todos tus males se van a curar si compras una buena cantidad de botes de comprimidos «naturales», todas las vitaminas, minerales, aminoácidos, “ojo» y son súper veganos porque no tienen ningún elemento animal.
Estoy convencida que la tierra en su inteligencia infinita si hubiera calculado que la salud se obtiene por medio de comprimidos, todos los árboles y plantas nos darían botecitos y no vegetales y frutas.
Vivimos en un mundo regido por la imagen, los media y la estética, donde la vibración es cada vez más superficial y si no estamos conectados al orden de la naturaleza, fácilmente somos blanco de campañas publicitarias falsas y decorados sugestivos.
Tal oportunismo surge de la demanda urgente del ser humano devastado por el cáncer y un montón de disfunciones psicofísicas en recuperar el equilibrio perdido.
Es absolutamente paradójico que vivamos en un momento álgido de desarrollo tecnológico con un máximo de comodidades a nuestro alcance y a la vez con la más pobre calidad biológica.
La comida rápida sana no forma parte de la nutrición saludable
Y es que el principio de nutrir desaparece para dar paso a la comida rápida, ya no sólo la de las multinacionales de las BURGUER & COMPANY. Me refiero a la comida rápida «sana» compuesta de:
- Batidos verdes, todo tipo de cápsulas, hamburguesas, salchichas y embutidos «veganos», hechos con gomaguar, aglutinantes, colorantes y demás sustancias para dar el pego.
- Arroces vaporizados que se hacen en 5 minutos, pastas precocidas, sin gluten ¡of course!.
- Elixires y menjurjes exóticos, agua de mares lejanos, sales del Himalaya, (si todos tuviéramos que tomar sal del Himalaya para estar sanos, el Himalaya se desmoronaría poco a poco). La sal del Himalaya, desde mi opinión, es para las personas que viven en sus alrededores.
- Frutas exóticas del Amazonas, enzimas prodigiosas, cartílagos y aletas de cetáceos, cápsulas de Omega 3, 6 y todos sus múltiplos, extractos milagrosos, barritas mágicas, que a la vez que te dan energía te quitan el hambre y bajas de peso.
- Vino sin medida que es el mejor antídoto para los infartos.
- Beber agua de las islas Fiji aunque vivas en el polo sur.
Si tuviéramos que denominar qué es un alimento que construye una nutrición saludable, primero tendríamos que pensar en alimentos nutritivos, es decir ricos y reconstituyentes. Pero además no pensaríamos en un alimento sano, como un alimento milagroso aislado. Las tiendas especializadas constantemente nos bombardean con mensajes de este tipo, es «comida supersticiosa».
Para acuñar el término saludable debe haber una correspondencia directa con el planeta
La comida nutritiva ha de ser balanceada, para estar saludables hemos de comer de todo, por supuesto, comedidamente, respetuosamente con el alimento y su procedencia. De todo significa, buen aporte de hidratos de carbono completos, minerales, proteínas, vitaminas, lípidos, oligoelementos y líquidos.
La comida tradicional que comieron nuestros antepasados es un ejemplo de nutrición saludable, un reflejo de lo que es una comida sana, basada en cereales integrales en granos, legumbres, verduras y frutas de estación, sal marina no refinada, aceites no refinados, frutos secos, algas marinas, fermentos y algunas veces, como en momentos festivos o ceremonias especiales una pequeñísima ración de proteína animal.
Desde mi punto de vista una alimentación vegana o macrobiótica inteligente es una buena guía para alimentarse en los tiempos modernos, pero no si se hace de forma dogmática siguiendo apenas unas normas y olvidándonos de las necesidades reales de cada uno en unidad con el momento y lugar donde vive.
Es decir que, seguir una dieta vegana sin matar ningún animal pero atentando contra tu propia naturaleza y devastando comiendo azúcares y alimentos exóticos que están dañando la tierra, no es una dieta sana y mucho menos una nutrición saludable.
En el pasado todos los elementos nutritivos se combinaban de manera intuitiva en una mismo plato.
Para acuñar el término saludable debe haber una correspondencia directa con el planeta, en concreto con el manto de la tierra, con el suelo y el subsuelo del planeta.
Hoy en día hablamos mucho de alimentos ecológicos y del no uso en la agricultura de abonos químicos e insecticidas, pero esta acción no es suficiente si los microorganismos de la tierra están en desequilibrio.
Si el «bioma», o lo que es lo mismo, la relación equitativa entre dos cuerpos —medio ambiente intestinal y la tierra— están en discordancia, no puede haber salud orgánica. Es ahí donde empieza el desequilibrio y la desconexión, donde se baja el sistema inmunológico del individuo y de la tierra, ¡cómete el paisaje!.
Pues lo que es bueno para los intestinos debería ser bueno para el planeta y viceversa, entonces ahí si hay una relación orgánica (ecología).
De nada sirve tomar un alimento que ha crecido sin fertilizantes químicos si se cultiva en desequilibrio con el medio ambiente, como por ejemplo el coco, «que va a salvar el planeta …», que se cultiva en el trópico y se vende en Europa para ser consumido en zonas extremadamente frías.
O la piña o la papaya porque argumentamos que tiene papaína o cualquier otra “ina”. Alimentos que viajan de un lugar a otro del planeta, y cuando la demanda occidental crece por estos determinados alimentos ECOLOGICOS, alimentos milagro, la tierra de los países tropicales o subtropicales donde se cultiva se devasta y se súper explota acabando con la riqueza orgánica propia.
Un alimento solo será saludable para nosotros si es saludable para el planeta. Y si la homeostasis, la capacidad de mantener el equilibrio interno se cumple.
La salud es una dirección
Cuando hablamos de salud, no estamos hablando de un estado estático, en realidad la salud no es la ausencia de síntomas, la salud es un movimiento dinámico, una dirección. Que se expresa en integridad y viviendo de forma consecuente.
Según George Ohsawa, gran divulgador de la macrobiótica en Occidente, creó un pequeño test para evaluar si nuestra condición es saludable por medio de estas 7 preguntas:
- ¿Estamos vitales, sin cansancio?.
- ¿Tenemos buen apetito?.
- ¿Nuestro sueño es profundo y reparador?.
- ¿Gozamos de buena memoria?.
- ¿Tenemos un pensamiento claro, rápido, que nos lleve fluidamente a la acción?.
- ¿Tenemos sentido de la justicia, honesto e íntegro?.
La nutrición saludable, es la que sintetiza en el plato nuestro estilo de vida y nos proporciona un estado mental, energético, emocional, físico y espiritual armonioso.